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Algunos académicos como Nitin Nohria y Rakesh Khurana se preguntan si no sería posible convertir la práctica del management en una auténtica profesión, similar a la medicina o la abogacía, de forma que los directivos de una empresa estén sujetos a una suerte de juramento hipocrático y a unas normas básicas de actuación que supongan la expulsión de la profesión en caso de que éstas fuesen violadas. Sin embargo, y a pesar del atractivo de la propuesta, la realidad es que el management no es, por el momento, una auténtica profesión. Al menos, no una profesión “controlada”, en el sentido en que lo puedan ser en gran cantidad de países la práctica de la medicina, la abogacía o la arquitectura. Cualquier persona emprendedora puede convertirse en directivo independientemente de su formación o acreditación profesional. Sería absurdo negar un puesto directivo a un emprendedor exitoso hecho a sí mismo sólo por no contar con un MBA, por ejemplo.