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Una vez asentada la opción metodológica vista en las entradas previas y consistente en estudiar al grupo humano como una realidad en sí, con un significado y características diferentes de la mera suma de individualidades, se abrieron perspectivas que permitieron a Lewin considerar fenómenos como el liderazgo desde nuevos ángulos.
Hasta ese momento, el análisis del liderazgo se había centrado primordialmente en descubrir las especiales características que se suponían presentes en un buen líder. Ahora debe ponerse el acento en que el líder sólo cobra sentido dentro de un grupo, ante el que tiene la encomienda de organizarlo y conducirlo en pos de los objetivos establecidos. Por tanto, deberá ser alguien capaz de interpretar el campo dinámico de fuerzas y actuar sobre los estados de cada uno de los componentes del grupo.
En esa época no se ha establecido aún una clara diferencia entre líder y jefe. Se piensa en la mera funcionalidad de quien, perteneciendo al grupo, está al mando. Por otro lado, Kurt Lewin no llega a tratar específicamente el liderazgo como tema central en ninguno de sus escritos, aunque sí inspira varios experimentos sociales relacionados con él, si bien éstos no se llevan a cabo en un ámbito empresarial sino educativo.
El estudio más célebre inspirado en las teorías de Lewin lo realizaron Lippitt y White entre 1938 y 1939. En él se organizaron varios grupos de escolares (de edades en torno a los 10 años) a los que se sometió a distintos estilos de mando por parte de un adulto, que ejercía de monitor y moderador del grupo. En la primera fase se compararon los liderazgos democrático y autoritario. En la segunda, se añadió el estilo laissez-faire, en el que los monitores proporcionaban los materiales pero dejaban hacer libremente a los niños según sus gustos, sin dar instrucciones, ni ofrecer activamente ayuda, ni elogiar o censurar, sino manteniéndose al margen y disponibles para ser consultados (rara vez los niños solicitaron información o ayuda). En los grupos democráticos, el monitor explicaba a los niños lo que debían lograr, les hacía sugerencias y les ofrecía información, luego lo debatían entre todos, pero la decisión final quedaba siempre en manos de los niños, que decidían qué hacer y cómo, elaboraban planes y se repartían cometidos. Por su parte, los monitores autoritarios impusieron a sus grupos los acuerdos a los que habían llegado los democráticos (de esta manera, la tarea era la misma para ambos tipos de grupos), explicaban lo que había que hacer pero sin desvelar el proceso completo ni los objetivos finales, organizaban las tareas y las distribuían sin atender a las preferencias de los niños, con una actitud amigable pero impersonal.
A lo largo de los experimentos, se observó que los niños sometidos al liderazgo autoritario mostraban poca iniciativa y bastante agresividad (normalmente de manera indirecta, dado que temían al monitor): aparentaban no escuchar, se saltaban las normas como “por equivocación”, rechazaban cooperar, despreciaban el trabajo de sus compañeros y exaltaban el propio, dañaban los materiales, se marchaban antes de hora o reclamaban la presencia de su profesor habitual (cuando éste les recomendó entenderse directamente con el monitor, estalló la huelga). Los laissez-faire manifestaron carencia de objetivos, tendencia al caos, indiferencia respecto al monitor, negatividad, dejadez e insatisfacción generalizada. Por su parte, los niños de los grupos democráticos se llevaban bien con el monitor, cooperaron con gusto entre ellos, actuaron con iniciativa, resultaron más productivos en cantidad y calidad, desarrollaron espíritu de cuerpo (incluso en la forma de hablar: se detectaba un uso frecuente de “nuestro” o “nosotros”), alababan sin envida los trabajos de los más hábiles y las críticas entre ellos eran objetivas y justas, fueron capaces de mantener la colaboración incluso cuando el monitor abandonaba la sala; además, fue el tipo de grupo preferido por la mayoría de niños.
Para mayor seguridad, los experimentos se replicaron varias veces con resultados similares, incluso cuando se mezclaban niños que habían experimentado diferentes tipos de liderazgo. Aquí puede verse un video donde se relatan los experimentos:
En la próxima entrada analizaremos las conclusiones que de ellos pueden sacarse.
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