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Los orígenes del enfoque clásico de la administración se remontan a las consecuencias generadas por la Revolución Industrial, y pueden resumirse en dos: 1º) el crecimiento acelerado y desorganizado de la industria; y 2º) la necesidad de aumentar el rendimiento y competencia de las fábricas. El representante de la Administración Científica del Trabajo es por excelencia Frederick Winslow Taylor.
Taylor (1856-1915) nacido en Philadelphia (Pennsylvania), realizó sus estudios en colegios europeos donde tomó contacto directo con los problemas sociales y empresariales originados por la Revolución Industrial. Muy pronto se distinguió por su afición a la ingeniería y a la mecánica, con una gran curiosidad por identificar los problemas y buscar soluciones personales. Llegaría con el tiempo a patentar casi un centenar de inventos, aparatos de todo tipo, como por ejemplo la raqueta de tenis con la que se proclamaría campeón americano de dobles en 1881.
De regreso a Estados Unidos, en 1873 comenzó a trabajar en un taller de mecánica como aprendiz, pronto pasó a operario común y después trabajó como cortador, mecánico y maestro de tornos. De esta manera, llegó a conocer de modo directo la problemática de cada puesto. Eso le permitió, años más tarde, comenzar sus investigaciones estudiando los problemas de producción y el trabajo del operario. Posteriormente aplicaría sus conclusiones a la labor directiva. Se puede hablar, por lo tanto, de dos períodos en los estudios de Taylor.
El primer período abarcó únicamente el análisis del trabajo del operario. Taylor aseguraba que los problemas que padecían las empresas de su época podrían resumirse en tres:
a) Holgazanería sistemática de los trabajadores, debido a varias causas:
– Sentimiento generalizado de que un mayor rendimiento traería como resultado el desempleo.
– Existencia de un sistema de dirección imperfecto que favorece la ociosidad.
– Inadecuados métodos de trabajo, que hacen perder cantidad de tiempo.
b) Desconocimiento por parte de la gerencia de los procedimientos de trabajo y del tiempo que se requiere para su realización.
c) Falta de uniformidad en los métodos de trabajo.
Con estos problemas en mente desarrolla los siguientes principios:
1º Ciencia en lugar de empirismo e improvisación: reuniendo todo el conocimiento tradicional sobre el trabajo en un conjunto sistematizado de métodos y procesos. Estudio del tiempo necesario para realizar un trabajo y fijación del tiempo estándar necesario para cada uno.
2º Selección y entrenamiento de los trabajadores: se buscaba especializar al trabajador en una determinada tarea, seleccionando previamente a los más capaces para realizarla.
3º Articular el trabajo de forma científica: cooperar con el trabajador, entrenándolo y poniendo a su servicio todo el conocimiento disponible, reunido y sistematizado.
4º División del trabajo y de las responsabilidades: el objetivo era dividir el trabajo en dos partes:
a) Planificación, a cargo de gerencia;
b) Ejecución, a cargo del operario.
5º Plan de incentivo salarial: Asignar una remuneración satisfactoria por cada unidad producida, de forma que se premiara a aquellos que sobrepasasen el estándar previamente fijado.
El segundo período se corresponde con la publicación de su obra Principios de administración científica (1911). Taylor llegó a la conclusión de que la racionalización del trabajo operativo debía ir acompañada de una correcta administración de la empresa. Su teoría siguió, por lo tanto, un camino generalizador de abajo hacia arriba y de las partes al todo.